Friday, May 13, 2011

Y DONDE ESTÁ EL PILOTO??... MEJOR DICHO,… “EL CABALLITO??...


Capítulo Siete
Por Blacamán Jr.

  Y ahora,  nos referiremos a otra amargura…donde está la estatua ecuestre “El Caballito”…?

Haciendo un poco de historia, esa estatua ecuestre fue promovida por Miguel de Grúa, Marqués de Branciforte y Virrey de la Nueva España en México y  encargada en su diseño y fundición al emérito escultor y arquitecto valenciano Manuel Tolsá y Sarrión, (1757-1818) y fue terminada e inaugurada el  9 de Diciembre de 1903.  

La verdad es que no importa quien fue Carlos IV ni que méritos tuvo en España, su tierra natal, pero si puedo asegurar que a pesar de la ausencia de estribos para apoyo del jinete, se trata de una bellísima estatua ecuestre. 

Muy al margen de que se trata de una hermosa pieza escultórica, es inexplicable la decisión de los gobernantes en turno, al permitir que ese extraño personaje estuviera presidiendo el lugar mas importante del país, el centro de nuestra Plaza de la Constitución, frente a Palacio Nacional y al eje de la catedral número uno de la república entera.

 El 8 de Diciembre de 1796 se terminó el basamento que fue erigido y situado en el centro de una balaustrada de trazo elíptico y que contaba con cuatro rejas de hierro para ingresar al área inmediata a la estatua. Provisionalmente, mientras se concluía la fundición de tan extraordinaria pieza, se colocó a modo de maqueta sobre el pedestal, una rudimentaria y provisional silueta de madera pintada de dorado.

Como un dato muy significativo, el nombre correcto de ese pedestal es el de “ZÓCALO” que no tardó en difundirse y transmitirse a todo lo largo y ancho de la señorial y entonces pequeña ciudad, sucediendo entre la gente frases de uso popular como: “nos vemos en el zócalo”, ó “cuando pases por el zócalo”, ó “hubo una gran concentración en el zócalo” y zócalo se quedó como nombre de la gran Plaza.

La espléndida escultura resultó ser una pieza de 26 toneladas de bronce, y esta considerada en su género, como la segunda mas grande del mundo.

En 1821 con motivo del sentimiento anti hispánico provocado por la lucha por la independencia de México, la estatua estuvo a punto de ser destruida para fabricar con ese bronce un número determinado de cañones y gracias a la oportuna intervención de Lucas Alamán ante Guadalupe Victoria, la obra fue protegida y salvada por considerarla una pieza de alto valor artístico.

Continuando con la historia, entonces se iniciaron las repetidas mudanzas del tal Carlos IV. Como consecuencia de no provocar al pueblo mexicano con la presencia de esa pieza en el corazón de la ciudad capital del país, en 1822 la estatua fue trasladada al patio del edificio de la antigüa Universidad.

En 1852, ya calmados los ánimos se movió una vez mas al cruce del Paseo de la Reforma y el Paseo de Bucareli. En ese entonces ya convergían en ese mismo punto la Avenida de la República (antes Calle del Ejido), la calle de Rosales y la principal de ellas, la avenida Juárez.

Pues ese punto tan clásico de nuestra la ciudad, fue, es y seguirá siendo recordado por muchas generaciones como “EL CABALLITO”.

Después de muchos años, con el pretexto de una obra que al fin y al cabo no se hizo, “El Caballito” fue movido sin razón alguna. Se dijo que era un punto conflictivo para el nutrido tráfico y se acabó, y la tan pesada pieza en una operación mucho muy costosa se mudó. La verdad es que si no era realmente necesario, por qué la movieron…pero… por qué ¿?.

Por qué el reconocido arquitecto Pedro Ramírez Vázquez de vertical trayectoria, autor y creador de tan importantes obras arquitectónicas estuvo de acuerdo con éste innecesario movimiento y aceptó y participó en la delicada y mutilante acción para que se instalara en un área tan comprimida para las dimensiones de la bella estatua?.

A esa área, en su origen, se le bautizó como Plaza Tolsá porque simplemente ahí se encuentra el Palacio de Minería (Escuela Nacional de Ingenieros) y ahora ya  cuenta además,  con la estatua ecuestre, las dos son magníficas obras del respetable y reconocido arquitecto y escultor valenciano Manuel Tolsá. Pero la estatua se siente encimada sobre el frente del bellísimo Palacio de Comunicaciones (que no corresponde ni a la autoría ni al estilo de ese artista y que después de ser ocupado por esa Secretaría, alojó a esa importantísima institución que es el Archivo General de la Nación y  posteriormente el no menos interesante Museo Nacional de Arte.

Ahora, ya instalado “El Caballito” en su nuevo sitio, sucede que cuando uno se aproxima al área, se siente algo similar a cuando en Roma por primera vez uno visita la famosa Fuente de Trevi y se siente la desagradable impresión de encontrarla ahí muy arrinconada en un recoveco de la ciudad. Uno quisiera disfrutarla plenamente admirándola de mas lejos pero eso simplemente no es posible pues está incrustada en un verdadero rincón callejero.

Volviendo a referir el sitio original de “El Caballito”, anteriormente lo podía uno ver a distancia  desde cualquier ángulo en torno a sus 360 grados, pero ahora, si el tráfico lo permite, solo le puede uno soplar el polvo acumulado sobre las pezuñas del enorme cuaco.

Otra verdadera aberración es que en ese bendito sitio, el original, en el que siempre recordaremos esa estatua tan significativa en la historia de nuestra ciudad, algún sinvergüenza y estúpido alcalde permitió y autorizó ($$$) que se instalara un verdadero bodrio.

Se trata de una indescriptible porquería construida con lámina de fierro pintada de amarillo y que a base de tortuosas y rebuscadas formas geométricas se levanta a modo de chimenea de una lumbrera como respiradero del drenaje de la ciudad.

El autor de éste crimen, responde al nombre de Enrique Carvajal aunque “artísticamente” se ha hecho llamar simplemente “Sebastián”. En cuanto al nombre de su “obra” tuvo el gran descaro de bautizarla también como “El Caballito”, aunque el pueblo, que siempre es ocurrente, le llamó: “El Cagallo” porque ni es caballo ni es gallo, es una verdadera cagada muy a doc con su función de ventilar los podridos gases de la mierda capitalina.
   
Este señor que se hace llamar escultor, no esculpe, se concreta a hacer maquetas de cartulina a escala, llegando a formas geométricas siempre en colores muy llamativos; los presenta, se los aprueban ($$$) y adelante con devengar y repartir el impresionante presupuesto….y por qué sí¿??...pues porqué sí.

Se entiende por escultor, una persona, un artista que haciendo uso de su talento e imaginación, modela con sus manos usando el barro ó la plastilina,  creando así sus modelos para después llevarlos  a las dimensiones definitivas a base del bronce ó tal vez, inspirado en un Miguel Ángel  Buonarroti usando el cincel y el martillo sobre un bloque de mármol ó de piedra logrando figuras plenas de inspiración y arte y si no, que lo digan las obras de otros respetables artístas de todos los tiempos, como las creadas por el mismísimo y genial Manuel Tolsá, Agustín Querol, Ignacio Asúnsulo, Juan Francisco Olaguibel, Humberto Peraza, Raymundo Cobo, Julián Martínez ó Vicente Mendiola. Algunos de ellos ya no están presentes,  pero afortunadamente  perduran sus obras.
      
Afortunadamente como es costumbre, en algún momento, por aquello de las “mermas” no va a haber presupuesto para pintar esa porquería con la debida frecuencia y entonces se va a oxidar y a picar y a deshacer hasta que algún otro alcalde autorice algún atractivo ($$$) presupuesto para repararla y volverla a rescatar ó llevársela a su rancho…..y por qué no???

Lo irremediable en este caso, es que la presencia del tal “escultor” Sebastián,  ha sido muy interesante ($$$) para diversos alcaldes, diputados y gobernadores y ya cometió la imperdonable osadía de sembrar sus “obras de arte” en muchas partes de la ciudad y de la república….. pero…  por qué? y como dice la comediante “La Chupitos”: ...No es justo, no es justo!!..pero si.

Y el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Colegio de Arquitectos de México….muy bien, gracias!!!!.... sin hacer absolutamente nada.  

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